En el verano de 1986, pocas semanas después de la catástrofe de Chernóbil, se produce un grave accidente en la central nuclear de Winden. El entonces director Bernd Doppler se las arregla para encubrir el incidente sobornando a sus empleados. Almacena los residuos nucleares radiactivos en barriles amarillos en una de las cuevas del lugar.
En noviembre de 1986, la nueva directora de la central nuclear Claudia Tiedemann se entera del accidente. Bajo la presión de Bernd Doppler, Claudia no hace pública la información. En vez de eso, cierra la entrada de la cueva que contiene los barriles. Aleksander, que es nuevo en la ciudad y busca trabajo, es contratado para soldar la puerta de hierro.
Al examinar más de cerca los datos del accidente, Claudia descubre evidencia importante que prueba la existencia de la partícula de Dios.
Residuos atómicos en una parada de camiones
Treinta y tres años después, la policía está buscando en el sitio de la planta signos de los niños desaparecidos. Para asegurarse de que no encuentran los barriles, Aleksander Tiedemann -ahora director de la planta- los carga en un camión y los saca del lugar.
El Desconocido encuentra el camión en una parada de camiones y entra. Llena un pequeño cilindro de metal con una sustancia de uno de los barriles. Es 137-Cs, un isótopo radioactivo de cesio. Lo necesita para activar su máquina del tiempo y cerrar el paso en la cueva.